La brújula, la mejor amiga del orientador

La brújula es, después del mapa, uno de los elementos más importante para ser capaz de orientarse en el territorio desconocido que se nos plantea en la carrera de orientación. Nos indica el norte magnético, lo que nos permite tener el mapa siempre orientado y seguir los rumbos adecuados. Es además el único instrumento de navegación legal que puede usarse en orientación. Los altímetros y los sistemas GPS están expresamente prohibidos.
Joseph Needham atribuye la invención de la brújula a China durante el siglo IX en Science and Civilization in China (Ciencia y Civilización en China), si bien existen desacuerdos en la fecha de aparición del artefacto. El primer uso conocido sería el que le daban los navegantes chinos para conocer y determinar las direcciones en mar abierto. Antes de que se inventara la brújula, los navegantes se orientaban empleando como referencia la posición de ciertos cuerpos celestes (ya fuera el sol, la luna, algunas estrellas, etcétera).
La invención de la brújula coincidió con la observación de que una pequeña pieza de magnetita (un mineral compuesto de un óxido de hierro) siempre giraba y se alineaba en dirección norte-sur si se colocaba flotando sobre un trozo de madera en un tazón de agua. El descubrimiento adquirió una mayor precisión al inventarse la aguja de la brújula, una delgada tira de metal que se magnetizaba al ser golpeada con un imán y que se colocaba en equilibrio sobre un eje que le permitía girar libremente.
La brújula moderna, que conocemos hoy en día, se desarrolló a finales de la década de 1930, cuando el limbo estándar de la brújula lleno de aire se rellenó con aceite. Esta innovación eliminó el rápido y errático comportamiento de las primitivas agujas magnéticas, al amortiguar su movimiento, y mejoró considerablemente la precisión y fiabilidad de las brújulas. Más adelante fue mejorada para reducir su tamaño e incrementar su utilidad.
Existen muchos tipos de brújulas, todas basan su funcionamiento en el mismo principio, es decir en el magnetismo terrestre y el comportamiento de una aguja imantada ante él. Pero la forma en que están construidas y los elementos auxiliares de que constan, para realizar diversas mediciones, diferencia a unos tipos de otros.
En principio, como instrumentos para orientarnos en la naturaleza, nos interesan dos tipos fundamentales, las llamadas brújulas cartográficas y las brújulas lensáticas.
La habitual para las carreras de orientación es la brújula cartográfica, de orientación o de base transparente, es un tipo de brújula diseñada para ser empleada conjuntamente con un mapa y obtener rumbos sobre él, de ahí su nombre, puesto que la base transparente en la que va alojada permite ver el mapa si la colocamos sobre él.
La brújula cartográfica permite también obtener rumbos a partir de elementos reales, que sean visibles en un momento dado y que queramos emplear como referencia, pero no resulta tan precisa como la brújula lensática.
La brújula de orientación consta de dos partes fundamentales:
  • Base: es una pieza normalmente rectangular, de plástico transparente, con reglas o escalas en sus bordes, tanto en alguna escala habitual para mapas topográficos (1:50.000), como en otra más común en mapas de orientación (1:15.000). De esta forma no resulta difícil calcular distancias sobre el plano. En la base también puede haber una lupa y una flecha roja («flecha de dirección»), la cual marca el rumbo a seguir, si manipulamos la brújula con corrección.
  • Limbo: Está colocado sobre la base, es una pieza circular giratoria. Está graduado en 360 grados dentro de los cuales están incluidos los cuatro puntos cardinales, también tiene líneas norte-sur, una flecha para utilizar como norte, y por supuesto la aguja imantada que siempre señala al norte (su parte roja).
La brújula lensática, militar o de marcha, está diseñada para obtener rumbos con más precisión a partir de elementos reales que se encuentren a la vista, de ahí que su principal diferencia (al margen de no tener la base transparente) respecto a la cartográfica es que dispone de una mira que se usa conjuntamente con una pequeña lente, de ahí su nombre, para obtener dichos rumbos permitiendo “apuntar” hacia la referencia deseada con mayor precisión.
Puede usarse también en combinación con un mapa para obtener rumbos sobre él, si bien resulta más cómodo hacer esto empleando una brújula cartográfica.
En la actualidad, y en cuanto a los modelos de uso deportivo, en especial aquellos específicos para la práctica de la orientación encontramos, fundamentalmente dos tipos, en función del uso, las características y necesidades:
La brújula de plataforma
Es el modelo más básico de brújula con el cual todos tenemos los primeros contactos. Se usa principalmente para el aprendizaje y familiarizarse con su funcionamiento.
Fue inventada por los hermanos Kjellstrom durante la II Guerra Mundial y consiste en una base rectangular en la que está pintada una flecha roja sobre el eje central, una serie de líneas paralelas y un limbo móvil en cuyo centro está marcada una flecha y líneas paralelas a esta. Elementos adicionales son una cuerda para sujetarla a la mano, una escala sobre uno o varios filos de la base para medir distancias en el mapa, una lupa para leer bien los detalles del mapa y plantillas, (círculos y triángulo) para diseñar carreras de orientación en el mapa.
La brújula de dedo
A mediados de los años 80 un orientador sueco de élite desarrolló una alternativa a la brújula de plataforma, modificando esta y añadiendo una correa para asir la brújula al dedo gordo de la mano izquierda o derecha que a su vez se coloca encima del mapa.
Las ventajas de este sistema es que el mapa y la brújula se leen como una unidad, el mapa se orienta más rápido y fácil y una mano queda libre. Normalmente este tipo de equipos tienen una mayor estabilidad y precisión permitiendo una lectura más ágil y rápida de la dirección a tomar. La desventaja, si se puede decir esto, es que correr de forma precisa a rumbo es más difícil. Las preferencias personales determinan el tipo de brújula a utilizar. Los campeones del mundo han sido ganadores usando ambos tipos.
Usando cualquier tipo de brújula existen dos técnicas básicas que un orientador necesita saber:
  • Orientar el mapa con la brújula
Esta es una técnica simple, y probablemente el más importante uso de la brújula. Los pasos son:
– Con el mapa horizontal, colocar la base de la brújula encima del mapa.
– Rotar el mapa hasta que las líneas norte de este (líneas paralelas uniformemente espaciadas dibujadas sobre el mapa, todas señalando el Norte Magnético) se encuentren alineadas con la aguja de la brújula. Ahora el mapa estará orientado con respecto al terreno. Esto hará mucho más fácil de leer.
  • Conseguir un rumbo y seguirlo en el terreno:
Apoyar la brújula en el mapa de modo que el lado largo de la brújula se apoye sobre la línea que conecta el punto de partida con el de destino.
Las líneas de dirección deben apuntar desde el punto de partida al de destino. Poniendo la brújula firme sobre el mapa de modo que la base quede firme en su lugar.
Gira la cápsula móvil hasta que las líneas del fondo de la cápsula queden apuntando al norte y sur en paralelo a las del mapa.
Asegurándose de que las líneas Norte-Sur estén en paralelo y con el mismo Norte que el mapa deberéis sostener la brújula en las manos de frente al cuerpo asegurándose que la base de esta este horizontal y que apunte al frente.
Rotar el cuerpo hasta que las líneas Norte-Sur del fondo de la cápsula coincidan con la aguja magnética y el rojo de esta hacia el norte. La dirección de las flechas le estará indicando la dirección que debéis tomar hacia el destino.
Buscar un punto de referencia en el terreno hacia la dirección en la que debe ir según la brújula. Camina hacia el sin estar mirando la brújula hasta que se llegue. Cuando lo alcance, vuelva a apuntar la brújula hacia un nuevo punto de referencia alineado con su destino.
Recuerda la diferencia entre el norte que apunta la brújula es el norte magnético en a la dirección de viaje.
  • Para obtener un rumbo a través de la visual
Trasladando el rumbo al mapa nos permite conocer el objetivo o el punto donde nos encontramos, si es que no lo sabemos:
Dirigiendo la flecha de dirección hacia el punto cuyo rumbo deseamos. Giramos el limbo hasta hacer coincidir el punto deseado con la aguja imantada. La Dirección marca en el limbo el rumbo al punto.
Si lo que desconocemos es el punto al que hemos dirigido la visual, trasladando ese rumbo al mapa, identificamos dicho punto.
Si, al contrario, conocemos el punto al que dirigimos la vista pero desconocemos nuestra posición, debemos trasladar al mapa el rumbo contrario, al repetir la operación sobre otro punto identificable y hallar su rumbo el punto donde se cruzan las dos líneas trazadas sería nuestra posición.
Todo orientador novato piensa que es su mejor compañera en las carreras de orientación y sin lugar a dudas presta una valiosa misión. Pero es en el momento en el cual dejamos de lado la brújula para dar paso al mapa y otras técnicas de orientación cuando se produce la mejora sustancial en el rendimiento técnico.